Instituto de Estudios del Antiguo Egipto
Egipto desembarca en Galicia.
El Museo abre la exposición con piezas arqueológicas y joyas como la escultura-cubo que perteneció a los Médici
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Sarcófagos, esculturas, joyas, utensilios de la vida cotidiana, cabezas de dioses, miniaturas de concubinas que acompañaban al faraón en la tumba... Más de 130 piezas irrepetibles pertenecientes a la colección del Museo de Egiptología de Florencia protagonizan la primera exposición con obras arqueológicas dedicada en Galicia al Antiguo Egipto. La muestra abre hoy sus puertas en el Sexto Edificio del Museo y constituye la gran propuesta de la institución cultural para este verano 2014, una cita única para contemplar obras como una caja con material para embalsamar que se exhibe por primera vez fuera de Italia.
"Ha habido alguna exposición previa, pero cosas muy limitadas, es la primera vez que un número considerable de piezas de arqueología egipcia puede verse en Galicia, y sobre todo es una primera experiencia de intercambio entre el Museo de Pontevedra con el Museo Egipcio de Florencia, que es una las instituciones museísticas egiptológicas más importantes del mundo". El egiptólogo Francisco J. Martín Valentín explica así el carácter pionero de la muestra "Da vida á morte no Antigo Exipto" que hoy abre sus puertas en el Sexto Edificio.
Se exhiben al público 132 piezas en cuya selección se ha seguido un criterio temático. Francisco J. Martín Valentín y Teresa Bedman, director y gerente, respectivamente, del Instituto de Estudios de Antiguo Egipto han sido los encargados de elegir las obras,
Entre más especiales, la escultura de un sacerdote que perteneció en su día a la colección particular de los Médici, los gobernantes de Florencia durante el Renacimiento. Es significativo porque la gran mayoría de las obras que se exhiben en el Museo de Egiptología de Florencia proceden de la expedición científica enviada a Egipto en 1828 y 1829 por el rey Carlos X de Francia y el Gran Duque Leopoldo II de Toscana y fueron recogidos bien ejecutando excavaciones, en su gran mayoría en Tebas, o compradas a los comerciantes egipcios y que, a su vuelta a Europa, se repartieron entre el Louvre y la ciudad italiana.
Por el contrario, la escultura-cubo del sacerdote (la más grande en piedra de la exposición y que representa a un clérigo que ejerció durante el reinado de Amenhotep III, probablemente el faraón padre de Tutankamón) ya estaba en Europa siglos antes y de hecho es la primera obra que formó parte de la colección del Museo de Egiptología de Florencia. "Eso quiere decir", recuerdan los comisarios de la muestra, "que ya en el Renacimiento los Médici estaban inquietos y buscando la sabiduría de Egipto, esa pieza ya acredita como Europa ha buscado esa conexión, consciente de la información que nos podría aportar Egipto a partir de sus textos jeroglíficos y monumentos"
Con vicisitudes, esta civilización que surgió al agruparse diferentes asentamientos de las riberas del río Nilo. pervivió 3.500 años y aportó a la civilización occidental las bases de su cultura, por ejemplo el monoteísmo (del que bebieron posteriormente el judaísmo, el cristianismo y el Islam), la creencia en la vida después de la muerte o tradiciones tan arraigadas en Galicia como las de Difuntos.
La escultura del sacerdote no es la única ligada a Amenhotep III, ya que se exhiben escarabeos con los nombres reales o la fascinante cabeza de una Gran Esposa Real, muy posiblemente la más importante, la reina Tiy, y que es una de las grandes piezas, millones de veces fotografiada, del Egiptológico de Florencia.
Esta institución jamás había cedido otra de las obras claves de la exposición: una caja con material para momificar "que nunca sale de Florencia, es la primera vez que se exhibe en el mundo, es algo único", recuerda Teresa Bedman.
Otro tanto sucede con una figura de un hijo real que hasta ahora no había sido identificado.
Seis estelas
También destacan seis estelas de diferentes materiales y momentos históricos, ya que el museo florentino posee la colección más importante del mundo de estas obras; o diferentes tipos de sarcófagos. Bedman explica que "la gente suele pensar que los sarcófagos eran todos iguales pero en casi 4.000 años de historia fueron evolucionando".
Dos mil cuatrocientos años antes de Cristo es la edad de la figura de una mujer elaborando cerveza, que los egipcios usaban con alimento, mezclando la cebada con agua.
A su lado, amuletos sonoros para ahuyentar el mal, espejos de bronce, peines, utensilios para maquillajes, figuritas de las concubinas que se incluían en las tumbas para que acompañasen al fallecido en su último viaje...
Todas las piezas invitan hasta el 31 de agosto al espectador a sumergirse en una civilización riquísima, enigmática y milenaria y a leer los nombres de algunos de sus protagonistas: un hombre revive, creían, cuando su nombre vuelve a ser pronunciado