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Egipto en momias de salchichas

A los niños que van a los talleres de arqueología y egiptología en La Térmica les sale una salchicha que les hace ilusión. Es una momia. O sea, una salchicha previamente secada, amojamada, que los niños tendrán que vendar y convertir en una momia egipcia. Los perritos calientes de los niños curiosos de este taller son momias para las que se inventarán sus leyendas egipcias. Será la guinda del pastel egiptólogo cocinado en La Térmica por el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto, dirigido por Teresa Bedman y por Francisco Martín, años de excavaciones en Egipto, casa en Luxor, tanta pasión por las huellas de los faraones que su misión allí, con 28 españoles, es Marca España, investigando en la tumba de Amen-Hotep. Hace unos meses, en noviembre, descubrieron la tumba intacta de un sacerdote del dios Amón Ra. Y los niños en Málaga ahora pueden escuchar el relato emocionado de los que estuvieron allí.

 

Desde hace cuatro años, organizan cursos de egiptología en La Térmica y eso ha hecho que 16 malagueños hayan ido ya excavar con ellos, algunos becados por la empresa cultural Esirtu. Los niños, «pequeólogos», que excavan en La Térmica buscando tesoros tienen el testimonio de primera mano de los arqueólogos que han estado en la campaña de excavación. Son ellos los que les enseñan a ir con mucho cuidado, a hacer una cata, una ficha. Y, de paso, les cuentan las huellas visibles de Egipto todavía.

 

Las explica Teresa Bedman, delante de un café caliente en una mañana fría, cerca de La Térmica, donde está impartiendo otro curso para adultos. «El Mediterráneo fue como una autopista de transmisión del conocimiento. Los romanos se llevan mucha culturación de los egipcios y eso hace que el Antiguo Egipto siga vivo. Están las diosas madres y aquí tenemos luego las Vírgenes.

 

 

 

Nombres como Susana, que es egipcio, Isidro, Isidoro, Isaura, que vienen de Isis. Los tronos de Semana Santa también, como los de los sacerdotes egipcios, se les aplaudía y se les echaba flores», explica. Y los pequeólogos se irán quedando con parte de la historia y, un día después de atender a las explicaciones sobre los amuletos, las pirámides, los faraones, saldrán a excavar en unos cajones de tierra donde habrá enterradas baratijas que trae Teresa Bedman de Egipto y que harán que los niños se vuelvan locos cuando las descubran. Antes, el equipo de profesores habrá metido unas salchichas en sal y en bicabornato durante 15 días y le habrán explicado a los niños que, para los cuerpos, los egipcios necesitaban más de 70. Y en el taller vendarán ese peculiar perrito caliente sabiendo que, hace siglos, lo hacían con el mimo de estar preparando a esos cuerpos para la eternidad. Cuando estén en el proceso, sus profesores, llegados de la campaña de excavaciones de 2015, le podrán contar cómo es posible que hayan podido encontrar una momia en un sarcófago intacto desde hace tres mil años. Tendrán fotos y relatos de haber estado allí, de testigos directos. Que les enseñarán también la paciencia que supone ir reconstruyendo el puzzle de una de tumba, con sus columnas y hallazgos que se producen después de llevar seis años en el mismo sitio. Nada que ver con las misiones de los juegos en las tablets.

Las plazas para que los niños pasen un fin de semana en La Térmica siendo testigos de una ambientación de cómo funciona una excavación en Egipto. Lo mismo ocurre con los que imparten para adultos, donde traducen jeroglíficos o, como el siguiente en Málaga, harán una introducción a la religión del Aton. Para los niños menores de ocho años, el siguiente será a finales de marzo.

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