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Sueños cumplidos a la luz del Nilo


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Han pasado pocas horas desde su regreso a Málaga y las sensaciones contradictorias se agolpan en sus mentes: la alegría de estar entre los suyos y la añoranza por una tierra que les ha cautivado. Atrás dejan dos meses y medio de trabajo intenso, pero gratificante. Han vivido una experiencia única, con la que han soñado durante años de estudio en la Universidad de Málaga, incluso antes, quizás desde niños, porque las pirámides y los faraones forman parte de los sueños de uchos pequeños y jóvenes. Pero pocos tienen la oportunidad de vivir en primera persona la experiencia de excavar en tierras del mítico Nilo y la emoción de encontrarse con una momia o un sarcófago, como les ha sucedido a ellos. Belén Gutiérrez, Daniel González, Patricia Mogaburu y Marina Esteve cuentan su singular experiencia.

Los cuatro han participado en la sexta campaña de excavaciones que lleva a cabo el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto, IEAE, en Luxor, cerca de la mítica Tebas. Los arqueólogos españoles tienen aquí asignado el trabajo en la tumba del visir Amen-Hotep Huy, que fuera servidor del faraón Amenhotep IV, llamado Ajenaton, padre del conocido Tutankamón. Belén Gutiérrez ha obtenido este año la beca de la Fundación Gaselec, la empresa de electricidad

de Melilla, que como la Fundación 3M o HisdeSat apoyan este proyecto. También han concedido becas las empresas malagueñas Esirtu Grup y Málaga Segur Itesa. Mediante

un convenio con la UMA, los estudiantes tienen reconocidos créditos así como una bolsa de trabajo.

Los egiptólogos Francisco Martín y Teresa Bedman dirigen el IEAE.

Una experiencia mágica.

 

Belén Gutiérrez Bueno, de 23 años, se ha licenciado en Historia. «La experiencia ha sido única, y a pesar de haber soñado con esto toda mi vida, ha superado totalmente mis expectativas;

me siento muy afortunada por haber tenido la oportunidad de aprender de la mano de dos de los mejores egiptólogos del mundo, Francisco y Teresa», señala. Reconoce que el trabajo allí «es durillo» por las temperaturas y las condiciones geográficas, pero que a pesar de eso «cada día que te levantas para ir al trabajo estás ilusionada y con ganas de saber qué pasará; hemos

sido una gran familia donde las risas no faltaban; he tenido la suerte de estar los dos meses por lo que he podido conocer a todo el equipo y llevarme los mejores recuerdos de mi vida».

Belén se declara apasionada de las momias, y en este sentido su experiencia en Egipto no podía haber sido mejor: en el patio del templo en el que han excavado han aparecido

más de un centenar. «Gracias a la ayuda del doctor Ángel Serrano estoy aprendiendo mucho de ellas y podré ir perfilando mis gustos dentro de la Egiptología», declara. Daniel González es ya un veterano en tierras de Tebas. El año pasado ya participó en la excavación, entonces

becado por Gaselec. Este año ha podido viajar gracias a la beca de la empresa malagueña Esirtu Grup. «Como miembro repetidor este año, mi experiencia con este equipo ha sido tan gratificante como la anterior», asegura, aunque este año su labor ha sido distinta al pasado: «Hemos dedicado muchos esfuerzos excavando el patio, hecho fundamental para darme cuenta de que aún tengo mucho que disfrutar, hacer y aprender junto a este proyecto y en ese perfecto escenario que es Tebas», dice. Estudiante de Historia del Arte, Marina Esteve, de 22 años, ve cumplido su sueño de trabajar en Egipto. «La experiencia ha sido mágica, es exactamente lo que necesitaba para reafirmar que quiero seguir con mis estudios de Egiptología, es una senda árida pero muy gratificante», asegura. «El trabajo es duro pero muy reconfortante, el equipo español es una piña, y juntos es fácil apoyarnos y sacarlo adelante», señala Marina. Su especialidad dentro de la arqueología es la antropología física, «para lo que

este país y especialmente nuestra excavación es muy adecuada, ya que han salido más de un centenar de momias de las que he podido aprender». Patricia Mogaburu es también estudiante

de Historia en la UMA. «En la excavación sin duda he encontrado mi vocación, ya que tras horas excavando, encontrar cualquier tipo de material del Egipto faraónico me aportaba tal sensación de satisfacción que me gustaría tenerla en mi vida constantemente», sostiene con

rotundidad. Y es que para ella «vivir un mes en Egipto ha sido una de las mejores experiencias de mi vida y única, ya que te absorbe su día a día, al vivir una cierta rutina pero a la vez cada día es una aventura tanto dentro como fuera de la excavación». Patricia, que tuvo que adelantar su regreso ya que su beca era de menor duración, destaca también la colaboración

de la UMA, que les convalida 6 créditos y además les dio una ayuda económica, y de sus compañeros y profesores. A los primeros, por hacerle más fácil el regreso e incorporarse

a la normalidad de clase. Y a los segundos, por las facilidades que les dan en cuanto a trabajos y exámenes. Todos, junto con el resto de la expedición, han regresado con la recompensa

de los descubrimientos realizados y con la esperanza de volver pronto porque, como dicen, Egipto cautiva a todo el que se acerca a estas tierras milenarias.

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